EL REINADO DE FERNANDO VII (1814-1833)



EL REINADO DE FERNANDO VII (1814-1833)


En el reinado de Fernando VII se presentó el conflicto entre el Antiguo Régimen y el liberalismo, la voluntad de restaurar el absolutismo chocó contra las continuas tentativas de los liberales de instaurar el régimen previsto por la obra legislativa de las Cortes de Cádiz. En este período se independizaron las colonias americanas y se inició un problema sucesorio que iba a provocar tres guerras civiles. El reinado de Fernando VII se dividió en tres fases.

LA RESTAURACIÓN ABSOLUTISTA

Fernando VII entró en España en marzo de 1814.

A su llegada a Valencia recibió dos apoyos, uno militar y otro político, que reafirmaron sus intenciones de derogar la Constitución y restaurar el absolutismo. Un grupo de diputados conservadores presentó el Manifiesto de los Persas, un escrito en el que también exigían la abolición de la Constitución y la reimplantación del absolutismo. 

La Constitución fue derogada y se recuperaron las instituciones del gobierno del Antiguo Régimen.

Los liberales fueron condenados a prisión o destierro. Se restablecieron los señoríos feudales y el Tribunal de la Inquisición y se aceptó el regreso de los jesuitas.

Respecto a las propiedades desamortizadas, el rey se negó a devolver aquellas que se habían expropiado antes de 1814.

La restauración absolutista contó con un contexto nacional favorable. Las principales potencias europeas como Austria, Rusia, Prusia y Francia, se unieron en una coalición llamada la Santa Alianza con el objetivo de restaurar y defender las monarquías absolutas.

El retorno del Antiguo Régimen no ayudó al país. La actividad económica había quedado paralizada por el conflicto y el mercado interior estaba totalmente desarticulado. El estado estaba en bancarrota. Además, había que añadir el desarrollo de los movimientos emancipadores de las colonias americanas.

La guerra también implicó cambios en el ejército, que creció gracias a la incorporación de los antiguos guerrilleros. Se empezó a contar con un ejército nacional que incorporaba diferentes ideologías.

Esta situación favoreció las rebeliones militares protagonizadas por militares afines a la ideología liberal.

EL TRIENIO LIBERAL (1820-1823)

En enero de 1820 el coronel Rafael del Riego proclamó la Constitución en Cabezas de San Juan, apoyado por un ejército que estaba a la espera de embarcar para intervenir en las insurrecciones de las colonias americanas.


El rey Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución y convocar las Cortes. Se implantó el Estado liberal.

Se recuperó la obra legislativa de Cádiz, la supresión de la Inquisición, la eliminación de Gremios, las desamortizaciones, la garantía de los derechos y libertades de los ciudadanos y la supresión de los señoríos.

Se creó la milicia nacional, la cual eran voluntarios armados encargados de conservar el orden público y defender el régimen constitucional.

Empezaron a aparecer divergencias de opiniones entre ellos. Los moderados provenían de la experiencia constitucional de 1812. Los exaltados buscaban reformas más radicales.

Existían también una oposición absolutista ejercida por las clases privilegiadas y el mismo monarca.

La reacción popular fue indiferente o incluso hostil, algunos campesinos resultaron perjudicados por los impuestos creados por el nuevo Gobierno liberal. No obtuvieron beneficios de las tierras desamortizadas. Se sumaron a las partidas de guerrilleros que luchaban por el retorno del absolutismo. Estos grupos, llamados realistas, llegaron a crear una regencia absolutista en la Seu d’Urgell.

El gobierno liberal sobrevivió a estos problemas y su caída se debió a una intervención militar extranjera. La Santa Alianza decidió intervenir tras llegar a un acuerdo en el Congreso de Verona de 1812.

En 1823, los llamados Cien mil hijos de San Luis, un ejército absolutista francés dirigido por el duque de Angulema, derrocaron el régimen liberal y restauraron el absolutismo.

LA REACCIÓN ABSOLUTISTA: LA DÉCADA OMINOSA (1823-1833)

Fernando VII inició una etapa de represión, a la cual los liberales llamaron ominosa, despreciable.

La mayor parte de las personalidades que habían participado en el Gobierno liberal fueron perseguidas y hubo numerosas ejecuciones.

Se cerraron periódicos y universidades y se restableció la censura.

A pesar de la voluntad del rey de recuperar el absolutismo, la situación económica era insostenible y requería medidas administrativas modernizadoras y más propias del sistema liberal. Tuvo que reformar la Hacienda, crear el Banco de San Fernando y aprobar leyes que regulaban el comercio.

El resultado fue una fórmula cercana al reformismo de los ilustrados no fue del agrado de los defensores del absolutismo más radical, los llamados realistas o apostólicos.

La oposición liberal continuó activa en sociedades secretas clandestinas y organizaron intentos de pronunciamientos.

Por otra parte, los realistas no aprobaron las reformas administrativas y siguieron actuando a través de la guerrilla. Contaban con la ayuda de la Iglesia y de los campesinos de algunas zonas rurales.

EL PLEITO DINÁSTICO

Fernando VII enviudó por tercera vez sin haber tenido descendencia, lo que situaba a su hermano menor, Carlos María Isidrro, como sucesor. Constituyó la esperanza de los realistas para restaurar el Antiguo Régimen.

Fernando VII se volvió a casar con su sobrina, María Cristina, y esta tuvo una niña, Isabel. Al ser la sucesora una mujer, tuvo que derogar la ley Sálica que impedía reinar a las mujeres. Esta ley se derogó con la Pragmática Sanción en 1830.

En 1832 los sectores apostólicos organizaron una conspiración, los sucesos de la Granja, obligaron a Fernando VII a derogar la Pragmática Sanción. Cuando el monarca se recuperó, volvió a promulgarla. Fernando VII murió en 1833 tras haber jurado el trono a su hija Isabel.

Carlos tuvo que renunciar al trono y la reina María Cristina asumió la regencia. La regente contaba con el apoyo de los liberales moderados y absolutistas reformistas, pero los realistas pretendían la entronización de Carlos María Isidro, rechazaron la monarquía vigente y le declararon la guerra. Se inició la primera guerra carlista. La implantación del nuevo orden liberal siempre contó con la oposición de los partidarios del realismo.

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